miércoles, 14 de mayo de 2008

Cuando tú y yo fuimos una (1ª parte)

bichitoalas12semanas+4días
Aitana, a las 12 semanas de gestación.

(Primer trimestre)

Hoy quiero contarte, mi hija, cómo empezó tu existencia. Cómo, en el principio, tú y yo fuimos una sola, y compartimos el todo en un período de tiempo que se hizo tan eterno como breve, y que fue, sin lugar a dudas, una de las etapas más extraordinarias de mi vida, y, claro está, de la tuya.

Antes de existir siquiera, ya te instalaste en mi mente como una idea vaga de la felicidad. Y, pronto, dejaste de ser una idea a ser un propósito. Pronto, dejaste de ser un pensamiento indefinido y fuiste la esperanza común de tus padres. Sin darnos cuenta, vivías ya en nuestros corazones con la sola idea de tenerte.
No tuvimos que esperar mucho. Enseguida te anunciaste. Antes de tener la certeza ya intuía tu presencia: una incomodidad extraña, un dolor diferente al resto de meses me dio la pista. Sin embargo, papá tuvo que ver plasmado el positivo en el segundo test de embarazo comprado con urgencia porque no podía esperar más a corroborar lo que yo ya sabía: ya estabas con nosotros. En esos momentos no puedes imaginar lo que sentí. Era como asomarse a un abismo: vértigo, miedo, ilusión, felicidad… todos esos sentimientos al mismo tiempo. Tal vez porque intuía que ya nada iba a ser como antes, que semejante noticia abría una brecha en mi historia: antes y después de ti. Con la mano temblorosa sujetaba el test de embarazo a la vez que sonreía, nerviosa. “Esto es un sí, ¿no?” Y así papá se enteró, y nos fundimos en un abrazo que recordaré siempre.

Los días inmediatos a aquel día se desdibujan. Los recuerdos se confunden. Sé que queríamos esperar a darte a conocer, pero simplemente no pudimos o más bien fui yo la que no pude. Quería que todo el mundo lo supiera, quería compartir mi alegría con todos. Muchos de nuestros allegados se sorprendieron, “¿ya, tan pronto?, pero predominaron los abrazos y los besos, y los “enhorabuena” de corazón.
Recuerdo que había momentos en los que yo todavía dudaba de si estabas ahí o no. El estómago del revés me decía que sí. Gracias a eso, gracias a ti, dejé de fumar de inmediato. Te estaré siempre agradecida.

Recuerdo ahora esas primeras semanas de embarazo, cuando una todavía no se siente del todo embarazada, y teme dejar de estarlo. Cuando las hormonas hacen de las suyas y te invade un sueño horroroso cuánto menos te lo esperas. Cuando quieres ver por primera vez a tu bebé y no es más que un puntito negro flotando en un mar de ilusiones (pero es tuyo, es tu puntito)… En esas semanas tuve pérdidas (fue una vez y no se volvió a repetir) y casi sentí morir ante la posibilidad de perderte. Llegó el reposo, y llegó la desesperación, las dudas y el miedo. En ese tiempo trabajaba lejos de casa, unas dos horas y media de coche diarias. La doctora me recomendó reposo. Aunque el riesgo era leve, existía. Lloré durante casi una hora.
Y es que tú, tan diminuta como un alfiler, inundabas cada minuto del día. ¿Cómo podía ser? Menos mal que ahí estaba papá, cuidando de mí como no lo hizo nadie. Aguantándome, en cierta manera, mi mal humor, mis miedos, mis angustias… animándome y amándome, estando siempre a mi lado. Mis padres también estuvieron ahí. Mi madre, ¡cómo no!, ¡cómo la entiendo ahora!, también, dándome su amor en forma de guisos y ayuda incondicional.

Los días y las noches fueron largos, aunque ahora quedan tan lejos... La visita médica justo antes de las vacaciones de Navidad nos hizo respirar tranquilos. Tú seguías adelante, y ya no eras sólo un punto, eras un pequeño renacuajo con un fuerte corazón que ya latía. Fueron unas navidades inolvidables, sobre todo para nosotros tres.

El 2006 finalizaba, el año en el que tu padre y yo nos casamos, el año en el que tu corazón comenzó a latir, el año en el que dejamos de ser dos para ser tres, para ser la familia que ahora somos. El 2006 finalizaba, y con él el primer trimestre de embarazo. Una incipiente barriguita comenzaba a asomar, disipando los miedos, ayudándome a asimilar mi nuevo papel, el de madre gestante.

Continuará…

2 comentarios:

Lorena A. Martí dijo...

Tengo tooodos los pelos de punta...
Preciosísimo!!!

lalola dijo...

UN HIJO: Es un gran tezoro que guardamos en dos cofres diferentes: EL CORAZÓN Y LA MENTE... ...es como un genio de las lamparas q hace realidad tus mas locos sueños, es como un jasmin con su gran perfume q te anima a continuar, como una motaña ruza o como tal vez un avion q buela x el aire tratando de llegar lo mas rapido posible a su destino... UN HIJO: es lo unico y mas grande que tenemos en nuestras vidas, es mas grande que nuestras metas y sueños, es algo tan increible y maravilloso, mas q bolar x los aires... ELLOS TE ANIMAN A NUNCA PERDER LAS ESPERANZAS, A NO DEJAR DE VIVIR,A NO VAJAR LA CABEZA NUNCA Y OLVIDAR LO MALO DE NUESTRO PASADO...............